Ejercicio y Salud
El estilo de vida físicamente activo se ha demostrado como una herramienta poderosa para la prevención y manejo de diversas enfermedades crónicas, incluyendo enfermedades cardiovasculares (ECV), varios tipos de cáncer, enfermedades metabólicas, trastornos musculoesqueléticos, enfermedades neurológicas, condiciones psiquiátricas y enfermedades pulmonares. La actividad física (AF) y el ejercicio estructurado actúan como potentes medicamentos para mejorar la salud. Para optimizar la prescripción de un estilo de vida activo, es crucial entender la relación dosis-respuesta entre el volumen e intensidad del ejercicio y los resultados de salud.
La curva dosis-respuesta en la actividad física
La relación entre los volúmenes de AF y el riesgo de ECV se describe como curvilínea. Esto implica que las mayores reducciones de riesgo se obtienen al pasar de un estilo de vida sedentario a uno ligeramente activo.
Los individuos ya activos pueden reducir aún más su riesgo al aumentar sus volúmenes de AF, aunque la reducción del riesgo por hora de actividad disminuye gradualmente, alcanzando una meseta donde volúmenes adicionales no producen beneficios significativos.
Volúmenes mínimos y óptimos de ejercicio
Solo 15 minutos al día de actividades de intensidad moderada, como caminar a paso ligero, o 8 minutos al día de actividades de intensidad vigorosa, como correr, se asocian con reducciones del riesgo de mortalidad del 14% y 30%, respectivamente. Estos hallazgos son particularmente relevantes para individuos con poco tiempo o estilos de vida inactivos, mostrando que incluso pequeñas cantidades de ejercicio pueden ser beneficiosas.
El volumen de ejercicio óptimo se estima en 3 a 5 veces el volumen mínimo asociado con efectos significativos, es decir, 65 a 107 minutos al día de actividades de intensidad moderada o 33 a 54 minutos al día de actividades de intensidad vigorosa.
Estos volúmenes se asocian con una reducción del 39% en el riesgo de mortalidad. Aunque estos volúmenes pueden parecer poco realistas para la mayoría de la población, estudios recientes sugieren que umbrales más bajos pueden ser aplicables.
Importancia de la intensidad del ejercicio
El impacto de la intensidad del ejercicio sobre los resultados de salud es otro aspecto crucial. Para actividades de intensidad moderada, aumentar los volúmenes de ejercicio produce mayores beneficios para la salud, respaldando la noción de que más ejercicio es mejor.
En contraste, para actividades de intensidad vigorosa, duraciones más allá de 35 a 40 minutos no reducen aún más los riesgos de mortalidad. Así, para una determinada duración del ejercicio o gasto de energía, las actividades vigorosas proporcionan mayores beneficios de supervivencia.
Actividades de baja intensidad y beneficios para la salud
Las actividades de baja intensidad, como caminar despacio, cortar el césped y tareas domésticas, aunque no están incluidas en las recomendaciones actuales, también proporcionan beneficios para la salud.
Sin embargo, el volumen absoluto necesario para inducir beneficios significativos es considerablemente mayor en comparación con actividades de intensidad moderada a vigorosa. La dosis óptima de ejercicio de baja intensidad se estima en 375 minutos al día, comparado con solo 24 minutos al día para actividades de intensidad moderada a vigorosa.
En conclusión, la actividad física es una herramienta poderosa y adaptable que puede ser utilizada efectivamente como medicina.
Comprender la relación dosis-respuesta del ejercicio permite a los profesionales de la salud personalizar las recomendaciones, optimizando los resultados de salud para cada individuo.