La prehabilitación es un enfoque clave para preparar a los pacientes antes de una cirugía oncológica, centrándose en mejorar su capacidad funcional y bienestar general a través de intervenciones físicas, nutricionales y psicológicas. Este concepto busca no solo reducir complicaciones postoperatorias, sino también optimizar la recuperación y el tiempo de hospitalización. Sin embargo, a pesar de sus beneficios potenciales, su implementación enfrenta retos significativos, especialmente en términos de equidad y eficacia práctica.
Los programas de prehabilitación suelen incluir ejercicio físico, mejoras en la alimentación y apoyo psicológico. Estas intervenciones han demostrado beneficios en ciertos tipos de cáncer, como el colorrectal y el de pulmón, donde ayudan a reducir complicaciones respiratorias y hospitalizaciones. Además, ejercicios específicos, como el entrenamiento de músculos respiratorios, han sido eficaces para pacientes sometidos a cirugías torácicas. No obstante, la evidencia en otros tipos de cáncer, como el de mama o cabeza y cuello, es más limitada y menos concluyente.
Uno de los mayores desafíos es garantizar que los programas sean accesibles para todos los pacientes, independientemente de su origen socioeconómico, nivel educativo o capacidad física. Las personas de comunidades desfavorecidas o minorías étnicas suelen enfrentar mayores barreras para participar, debido a dificultades económicas, falta de transporte o problemas de comunicación. Esto genera desigualdades en el acceso y los beneficios de la prehabilitación.
Otra dificultad clave radica en la adherencia de los pacientes a estos programas. Factores como el deseo de acelerar la cirugía, la percepción personal de su condición física o la fatiga relacionada con el cáncer pueden limitar su participación. Sin embargo, estrategias como la personalización de los programas, el uso de tecnologías digitales y el apoyo continuo han mostrado mejorar la adherencia y la percepción de control por parte de los pacientes.
En conclusión, la prehabilitación tiene un potencial transformador para mejorar los resultados en la cirugía oncológica. Sin embargo, su éxito depende de abordar las desigualdades existentes y diseñar intervenciones adaptadas a las necesidades y capacidades de cada paciente. Es fundamental que el sistema sanitario promueva programas inclusivos, respaldados por evidencia sólida, y que brinde apoyo integral para que los pacientes puedan beneficiarse plenamente de estas estrategias.
