El ejercicio perioperatorio es una estrategia esencial para mejorar los resultados quirúrgicos en pacientes sometidos a resección pulmonar por cáncer. Estas intervenciones están diseñadas para optimizar la capacidad funcional antes y después de la cirugía, reduciendo complicaciones, mejorando la recuperación y disminuyendo el tiempo de hospitalización. Sin embargo, el éxito de estos programas depende en gran medida de cómo se evalúa y controla la intensidad del ejercicio.
Existen diversas métricas para medir y estandarizar el ejercicio perioperatorio. Entre las más utilizadas se encuentran el porcentaje de carga máxima (%Wmax) basado en pruebas de esfuerzo cardiorrespiratorio (CPET) y la escala de percepción del esfuerzo de Borg. El %Wmax es una medida objetiva que permite ajustar la intensidad del ejercicio en función de la capacidad física del paciente, mientras que la escala de Borg, aunque subjetiva, es práctica, accesible y correlaciona bien con medidas fisiológicas como la frecuencia cardíaca y los niveles de lactato en sangre.
Las intervenciones suelen incluir actividades como ciclismo o caminata, combinadas con ejercicios de fuerza. Por ejemplo, algunos estudios han implementado entrenamiento de alta intensidad ajustado al 50-70% del %Wmax, alternando con periodos de menor intensidad. Además, la escala de Borg permite ajustar el esfuerzo percibido, guiando a los pacientes a mantener niveles de actividad entre «algo difícil» y «difícil». Estos enfoques han demostrado ser seguros y efectivos, incluso en pacientes con función pulmonar comprometida, como aquellos con EPOC.
Un desafío clave es la falta de uniformidad en las métricas utilizadas, lo que dificulta comparar estudios y establecer mejores prácticas. Por ello, se recomienda priorizar herramientas validadas como el %Wmax y la escala de Borg, que son aplicables a diferentes contextos clínicos y poblaciones.
En términos prácticos, los programas de ejercicio perioperatorio deben ser personalizados. La educación al paciente y el uso de tecnologías como dispositivos de seguimiento también pueden mejorar la adherencia y los resultados.
En conclusión, el ejercicio perioperatorio tiene un papel transformador en la atención oncológica, pero requiere una estandarización en sus métricas para maximizar su impacto. Los profesionales de la salud tienen la oportunidad de liderar su implementación, asegurando que estos programas sean efectivos, equitativos y basados en evidencia sólida.
