Ejercicio y masa muscular: dos aliados clave en la prevención del cáncer

La relación entre el ejercicio físico y la reducción del riesgo de mortalidad por cáncer ha sido ampliamente estudiada en los últimos años. Un reciente análisis basado en datos de casi 47.000 pacientes ha identificado dos factores determinantes para disminuir significativamente las probabilidades de fallecer a causa de esta enfermedad: una buena condición cardiorrespiratoria y un adecuado desarrollo de la masa muscular. Estos hábitos pueden reducir entre un 31% y un 46% el riesgo de mortalidad por cáncer, lo que los convierte en estrategias fundamentales para la prevención y el bienestar a largo plazo.

La importancia de la condición cardiorrespiratoria

Mantener una buena capacidad cardiorrespiratoria a través del ejercicio aeróbico es esencial para la salud general del organismo. Actividades como correr, nadar, andar en bicicleta o incluso caminar a paso ligero pueden mejorar la función cardiovascular y optimizar la oxigenación de los tejidos. Se ha demostrado que una mejor condición cardiorrespiratoria está asociada con una menor inflamación sistémica y una mejora en la respuesta inmune, factores clave en la prevención y el control del cáncer.

Además, el ejercicio aeróbico contribuye a la regulación de la insulina y a la reducción de la resistencia a esta hormona, aspectos cruciales en la prevención de varios tipos de cáncer, especialmente los relacionados con el metabolismo, como el de mama y colon. Incorporar al menos 150 minutos de actividad aeróbica moderada a la semana es una recomendación respaldada por múltiples estudios para mejorar la longevidad y reducir el riesgo de enfermedades crónicas.

Masa muscular: un escudo protector

El mantenimiento y desarrollo de la masa muscular a través del entrenamiento de fuerza es otro pilar clave en la prevención del cáncer. La musculatura no solo es fundamental para la movilidad y la funcionalidad en la vida diaria, sino que también desempeña un papel metabólico crucial. Una mayor masa muscular se asocia con una menor inflamación, un mejor control de la glucosa y una optimización de la función inmunitaria.

Ejercicios como levantamiento de pesas, entrenamiento con bandas elásticas o incluso ejercicios con el propio peso corporal (sentadillas, flexiones, dominadas) pueden ayudar a preservar la masa muscular con el paso del tiempo. Estudios recientes han demostrado que las personas con mayor fuerza y masa muscular presentan una mejor respuesta ante el cáncer y una menor probabilidad de recaídas tras superar la enfermedad.

Incorporar estos hábitos a la vida diaria

Para obtener los beneficios mencionados, no es necesario realizar entrenamientos extremos, sino adoptar una rutina equilibrada que combine ejercicio aeróbico y entrenamiento de fuerza. Lo ideal es comenzar con actividades adaptadas al nivel de cada persona y aumentar la intensidad progresivamente. La clave está en la constancia y en convertir el ejercicio en un hábito de vida.

En conclusión, mantener una buena condición física y desarrollar la masa muscular son dos estrategias accesibles y efectivas para reducir el riesgo de mortalidad por cáncer. La evidencia científica respalda la importancia del ejercicio no solo como un medio de prevención, sino también como un factor determinante en la calidad de vida de los pacientes oncológicos. (Fuente: Huffington Post)

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Ejercicio Terapéutico para pacientes oncológicos y para pacientes con patologías crónicas

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