La ciencia ha demostrado que la actividad física regular no solo mejora la salud cardiovascular y el bienestar general, sino que también juega un papel clave en la prevención de múltiples tipos de cáncer. Distintos estudios han concluido que la práctica constante de ejercicio puede reducir el riesgo de desarrollar al menos 15 tipos de cáncer, incluyendo los de mama, colon y pulmón.
¿Por qué el ejercicio reduce el riesgo de cáncer?
El impacto del ejercicio en la prevención del cáncer se debe a múltiples mecanismos fisiológicos. Entre ellos, destacan:
- Regulación hormonal: La actividad física ayuda a reducir niveles de estrógenos y andrógenos, hormonas implicadas en el desarrollo de ciertos tipos de cáncer, como el de mama y próstata.
- Reducción de la inflamación crónica: El ejercicio modula la respuesta inflamatoria, disminuyendo la producción de citoquinas proinflamatorias que pueden favorecer el crecimiento tumoral.
- Mejora del sistema inmunológico: La práctica regular de actividad física refuerza el sistema inmunológico, aumentando la capacidad del cuerpo para detectar y eliminar células cancerosas.
- Control del peso corporal: La obesidad es un factor de riesgo para diversos tipos de cáncer. Mantener un peso saludable a través del ejercicio reduce significativamente ese riesgo.
¿Cuánto ejercicio es suficiente?
Las recomendaciones actuales indican que realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada o 75 minutos de ejercicio vigoroso por semana puede tener un impacto significativo en la reducción del riesgo de cáncer. Actividades como caminar a paso rápido, correr, nadar o entrenar con pesas son excelentes opciones para lograr estos beneficios.
Ejercicio: una herramienta accesible y efectiva
A diferencia de otros factores de riesgo difíciles de modificar, como la predisposición genética, la actividad física es una herramienta accesible y efectiva para prevenir el cáncer. Además, su impacto no se limita solo a la reducción del riesgo de desarrollar la enfermedad, sino que también mejora la calidad de vida en personas que han sido diagnosticadas con cáncer, reduciendo la fatiga y los efectos secundarios de los tratamientos oncológicos.
La relación entre ejercicio y cáncer es clara: integrar el ejercicio en la rutina diaria es una de las decisiones más simples y poderosas para la prevención de esta enfermedad.