La masa muscular disminuye con la edad, comenzando generalmente en la quinta década de vida, aunque algunos estudios sugieren que podría iniciar en los 30 años. En promedio, los estudios longitudinales muestran una pérdida de masa muscular del 0.5% anual en hombres y 0.4% en mujeres, acelerándose a más del 1% anual después de los 70 años. La inactividad física, que tiende a aumentar con la edad, es un factor determinante en esta pérdida, ya que se observa que incluso en personas jóvenes, la inmovilización temporal provoca una rápida reducción del volumen muscular y disminución en la sensibilidad a la insulina. Además, los hombres suelen perder más masa muscular en términos absolutos, aunque las mujeres mayores presentan mayores índices de fragilidad. Las extremidades inferiores son las más afectadas en ambos sexos. La genética contribuye en gran medida a la preservación de la masa muscular, pero existen pocos estudios centrados en los genes específicos del envejecimiento muscular, lo que sugiere que aún se requieren más investigaciones en este campo.
La pérdida de masa muscular con la edad tiene implicaciones críticas a nivel individual y social. Una masa muscular baja se asocia con un mayor riesgo de mortalidad en adultos mayores, independientemente de otros factores de riesgo como la grasa corporal o condiciones metabólicas. Un metaanálisis reciente concluyó que un índice bajo de masa muscular esquelética aumenta el riesgo de mortalidad en un 57%, especialmente en personas con mayor índice de masa corporal (IMC) y mayores de 65 años.
Para los pacientes hospitalizados, como aquellos sometidos a cirugía o con enfermedades graves, una masa muscular baja predice mayores complicaciones y peor recuperación. La inactividad y la nutrición insuficiente en el hospital aceleran la pérdida de masa muscular, especialmente en los adultos mayores, quienes pierden masa muscular a un ritmo más rápido que los jóvenes y tienen menos capacidad de recuperarla completamente. Esto puede llevar a la dependencia y discapacidad de manera prematura, incrementando la carga para los sistemas de salud y reduciendo la calidad de vida. Mantener una buena masa muscular en la vejez es esencial no solo para prolongar la vida, sino también para mejorar la salud y autonomía en los últimos años, reduciendo así los costos asociados a la atención a largo plazo.
Pabla P, Jones EJ, Piasecki M, Phillips BE. Skeletal muscle dysfunction with advancing age. Clin Sci (Lond). 2024 Jul 17;138(14):863-882. doi: 10.1042/CS20231197.