Ejercicio y cáncer: cómo el movimiento puede convertirse en una herramienta terapéutica

En los últimos años, la ciencia ha confirmado lo que muchos profesionales de la salud intuían: el ejercicio físico no solo es un aliado en la prevención del cáncer, sino que también puede desempeñar un papel terapéutico durante y después de la enfermedad.

Diversos estudios muestran que las personas físicamente activas tienen un menor riesgo de desarrollar diferentes tipos de cáncer, como el de colon, mama, riñón o pulmón. Más allá de la prevención, la práctica regular de ejercicio se asocia con una reducción en la recurrencia del cáncer y una mejora significativa en la calidad de vida de los pacientes oncológicos.

Pero, ¿cómo se explican estos beneficios? Una de las claves está en el sistema inmunológico. Durante la actividad física se liberan catecolaminas y mioquinas, moléculas que favorecen la movilización de células inmunitarias, especialmente las células NK (natural killer), capaces de atacar y destruir células tumorales. Este “despertar” inmunológico podría ser uno de los mecanismos que explica el efecto protector del ejercicio frente al cáncer. Además, el ejercicio ayuda a reducir la inflamación crónica, mejorar la composición corporal, regular las hormonas sexuales y aumentar la sensibilidad a la insulina, factores todos ellos implicados en el desarrollo y progresión tumoral.

El beneficio del ejercicio no depende únicamente de su práctica como prevención. Cada vez más investigaciones sugieren que puede convertirse en un complemento de los tratamientos médicos, potenciando la eficacia de terapias como la inmunoterapia o la quimioterapia. Se ha observado, por ejemplo, que los tumores con mayor infiltración de células inmunitarias responden mejor a los tratamientos, y el ejercicio podría contribuir a “activar” este entorno más favorable.

Para los pacientes, esto se traduce en beneficios muy concretos: menos fatiga, mejor tolerancia a los tratamientos, preservación de la masa muscular, mejora de la capacidad cardiorrespiratoria y, sobre todo, una mayor sensación de control y bienestar. Importante destacar que no se trata de cualquier tipo de ejercicio, sino de programas supervisados, adaptados a cada persona y a la fase del proceso oncológico en la que se encuentre.

En definitiva, el ejercicio ha pasado de ser considerado simplemente “saludable” a ser reconocido como un recurso con potencial terapéutico frente al cáncer. Un aliado seguro, eficaz y con impacto real tanto en la prevención como en el tratamiento.

En Clínica OYTU, trabajamos con un enfoque integral y personalizado, incorporando programas de ejercicio terapéutico basados en evidencia científica para acompañar a cada paciente oncológico en su camino hacia la recuperación y la mejora de su calidad de vida.

Fuente: Idorn M, Thor Straten P.Exercise and cancer: from «healthy» to «therapeutic»? Cancer Immunol Immunother. 2017 May;66(5):667-671.doi: 10.1007/s00262-017-1985-z.

Ejercicio Terapéutico

Ejercicio Terapéutico

Ejercicio Terapéutico para pacientes oncológicos y para pacientes con patologías crónicas

Asesoramiento en Rendimiento Deportivo con el Dr. López Chicharro

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