El cáncer no solo afecta al cuerpo, también impacta la forma en la que las personas viven y se relacionan consigo mismas. En este proceso, el ejercicio físico se ha consolidado como una herramienta terapéutica fundamental, capaz de transformar la experiencia del paciente durante y después de los tratamientos oncológicos.
Numerosas investigaciones han demostrado que mantenerse activo ayuda a reducir la fatiga, mejorar la tolerancia a los tratamientos, disminuir el riesgo de recurrencia y potenciar la calidad de vida. Más allá de los datos científicos, la experiencia de muchos pacientes confirma que moverse marca la diferencia: el ejercicio devuelve una sensación de control en un momento en el que la enfermedad parece arrebatarlo todo.
Caminar, nadar, hacer bicicleta o realizar ejercicios de fuerza adaptados no son solo actividades físicas; representan un acto de autocuidado que permite a la persona sentirse fuerte, viva y capaz. Incluso en situaciones de limitación física o cansancio extremo, pequeños gestos como levantarse con frecuencia, estirarse o subir escaleras en lugar de usar el ascensor pueden ser una forma de ejercicio que aporta beneficios reales.
Uno de los mayores desafíos es vencer las barreras iniciales: el dolor, la fatiga, la falta de tiempo, el miedo a lesionarse o la percepción de que “el ejercicio no es para mí”. Sin embargo, la evidencia clínica indica que cualquier grado de movimiento adaptado a la situación individual es mejor que la inactividad. Lo importante no es la perfección ni el rendimiento, sino la constancia y la integración del ejercicio como parte del tratamiento integral del cáncer.
El ejercicio también ayuda a reconstruir la relación con el propio cuerpo, especialmente en pacientes que han pasado por cirugías, radioterapia o cambios físicos visibles. Recuperar fuerza, movilidad y confianza tiene un valor terapéutico incalculable, tanto en el plano físico como en el emocional.
Cada vez más expertos coinciden en que la oncología del futuro no puede entenderse sin el ejercicio como parte del estándar de cuidado. El reto es garantizar el acceso a programas seguros, personalizados y supervisados que permitan a cada paciente beneficiarse de sus efectos.
En Clínica OYTU (www.oytu.es) creemos firmemente que el ejercicio terapéutico debe formar parte del abordaje integral del cáncer desde el inicio del tratamiento. Nuestro equipo acompaña a los pacientes para que el movimiento se convierta en un aliado en su recuperación y calidad de vida.






